El señor Leonetto

 

¡¡Estalla la Revolución Industrial!! ¡La revolución de las maquinas es la tendencia del momento! (aún John Connor no conoce a Terminator). Estamos en los finales del siglo XIX, y con el nuevo siglo XX comienza la era moderna y la imprenta será la estrella del boom de la publicidad gráfica. 

Éste es el contexto donde vamos a conocer al diseñador italiano Leonetto Cappiello.

 Cappiello fue un magnífico diseñador de carteles publicitarios, fue disruptivo para su época porque hizo sus cositas de forma totalmente opuesta a como lo realizaban sus predecesores. Fondos planos con figuras que salen irreverentes de la hoja, con un contraste supremo de color y de una originalidad y memorabilidad que resulta imposible no detenerse a observarlo, inclusive hasta lo siento tan moderno que sus carteles podrían aun estar en las calles y seguirían incitándonos al consumo de sus productos.




Llevo un tiempo observando su obra y me voy a aventurar en analizarla en 3 grandes temas que (de forma absolutamente subjetiva y sintética) intentaré desmenuzar.

 

La composición.

En principio, existe una fuerte relación entre palabra e imagen, ambas complementadas de una manera tan inteligente que conviven juntas dándose valor mutuo. Leemos “Papel para cigarrillos” mientras observamos a un señor pasándosela muy bien, vestido de blanco (como un papel), invadiendo toda la imagen. Cappiello es concreto, nos retrata una escena de muy rápida lectura y nos envuelve en estados de ánimo. La clave de este artista (y a mi parecer lo que lo hace supremo) es que no utiliza el producto que debe publicitar, sino que a través de personajes nos persuade a comprender como van a hacernos sentir o como vamos a experimentar cada producto que retrata. ¿No es maravilloso? Pocos logran semejante misión.





Su constante es la relación figura fondo, no encontramos información de contextos en sus carteles, sus fondos son planos y toda nuestra atención se ve captada por la figura ubicada bien en el centro de la escena A excepción de cuando utiliza varias figuras…éstas siempre se repiten en triada que por repetición nos generan un ritmo de lectura espectacular. Y el ritmo no es nada menos que MOVIMIENTO.

 

El movimiento.

Creo que es uno de los conceptos por los que Cappiello es recordado. Absolutamente todos sus personajes están siempre en movimiento, desde sus cuerpos hasta sus rostros. Bailan, corren, saltan, sonríen, beben y se relajan, hay una constante en el sentido de disfrute, sus personajes nos cuentan (sin hablar) “yo me la estoy pasando super bien y vos podrías sentirte igual”. Insisto en que esta sensación está directamente relacionada (desde mi visión) con el eje central que traza en su composición, teniendo una vertical bien marcada, todo lo que se mueva de ella nos desestabiliza y nos hace vibrar indefectiblemente, inclusive las miradas. Me animo a decir que si analizamos cartel por cartel buscando diagonales nos damos cuenta que fue la herramienta maestra formal que utilizo de manera magistral, porque Cappiello sabía muy bien lo que hacia (nada es azaroso o porque sí).





El color.

Es abrumador la belleza en como lo utiliza.

Como vimos sus fondos son planos (no vemos contexto) toda la atención está en la figura…, es por eso que me voy a detener solo en un aspecto para comprender cómo usó el color: El Contraste.

Ittens teorizó el color a través del contraste de una manera muy interesante, estableciendo siete contrastes (aclaro que la manera en que reacciona el color a éstos contrastes es un desarrollo inmenso de experimentación que no cabe en este texto ni remotamente).

Dos que nos ayudan a entender la obra de Cappiello:

Contraste claro-oscuro: “la luz y las tinieblas”. Cappiello hace uso extremo de este recurso dándole pregnancia a estos personajes que se desprenden del fondo (en su mayoría fondos negros y oscuros) iluminándolos como si se tratara de una escena teatral.

Contraste del color en sí mismo: la utilización de colores luminosos y potentes, primarios o bien cercanos a ellos. (si los carteles estuvieran realizados en colores “pasteles”- desaturados, perderíamos ese contraste).




Cappiello creo más de 500 carteles que aun hoy son objeto de colección. Cuenta la historia que en 1930 se nacionaliza Frances y por su trayectoria artística el Estado le entrega “la Legión de Honor” junto con una carta escrita por los nuevos artistas emergentes de la época, que le agradecían por su visión moderna del diseño y por revolucionar la grafica visual del cartel. Estos jóvenes fueron nada menos que Cassandre, Loupot, Carlu y Colin.

Espero te haya gustado y lo hayas disfrutado tanto como yo :)


 


Diseñadora en Comunicación Visual


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